La ambición es un fuerte deseo de alcanzar el éxito o la excelencia, o un sentido de dignidad propia. Estamos familiarizados con este concepto casi desde la infancia: a menudo escuchamos que somos más o menos ambiciosos, que somos ambiciosos o que no somos lo suficientemente ambiciosos. Conoce si ¿La ambición nos ayuda en nuestra carrera profesional?
Estas palabras forman esta característica con nosotros desde el principio e intuitivamente conocemos su significado. Gracias a la ambición, aspiramos a más, aprendemos más diligentemente, ganamos títulos y comenzamos nuestra carrera profesional.
Sin embargo, ¿Puede la ambición perturbarnos? ¿Cuándo debemos considerar si está frenando nuestra carrera? Sigue leyendo en este artículo y descubre las respuestas a estas preguntas más comunes de lo que piensas.
¿Cómo es una persona ambiciosa?
¿Qué tipo de persona es una persona ambiciosa? En primer lugar, conoce su dignidad, trabaja con más diligencia y le resulta más fácil alcanzar metas cada vez más altas. La ambición los hace precisos, para que no deambule en la niebla. Por lo general, cuanto más ambiciosa es una persona, más cree en sí misma y más quiere lograr.
Desafortunadamente, como en muchos otros casos, la ambición también puede volverse morbosa. Entonces nadie logra la meta es feliz, uno quiere más y más, lo que se traduce en fatiga, agotamiento, incapacidad para separar la vida profesional y privada y dificultades para establecer una cooperación.
¿Cómo ayuda la ambición en una carrera profesional?
Una persona ambiciosa se esfuerza por algo que actualmente está fuera de su alcance, pero cuya consecución le daría muchas satisfacciones. Esta característica la hace más organizada y motivada para trabajar, busca más, presta más atención a las tareas que realiza y tiene una meta específica.
Trabajar con una meta es extremadamente importante. Gracias a esto, no deambulamos en la oscuridad, sabemos lo que queremos lograr y nos es más fácil elegir los medios para lograrlo.
Cuando no sabemos exactamente qué hacer o realizamos tareas en las que no vemos el sentido, no solo disminuye nuestra eficiencia, sino también nuestra creatividad y motivación. La ambición hace que este problema desaparezca.
Al mismo tiempo, una persona ambiciosa no termina con un objetivo, por lo general, tan pronto como se acerca a alcanzar un objetivo, conoce el siguiente de inmediato. Se puede decir que es un camino sin fin, pero al plantearnos nuevos retos, no nos aburrimos, aprendemos cosas nuevas y aprendemos algo constantemente.
No existe el cansancio, ni la repetición de tareas que pueden llegar incluso al desgaste profesional. Entonces, ¿la ambición nos ayuda en nuestra carrera profesional? Por supuesto. Es difícil hablar de ganar nuevos niveles sin un enfoque ambicioso.
La ambición morbosa como obstáculo
Cada uno de nosotros ciertamente conoce a esa persona que en la escuela lloró cuando obtuvo un 5 o que en la universidad pidió una mejora de 4,5. Aunque sacaba muy buenas notas, no era la mejor, lo que la llevó a una especie de crisis nerviosa.
A menudo se debía a que los padres exigían demasiado a sus hijos. A menudo, la ambición no le permitió a esta persona lograr, en su opinión, los mejores resultados. La gente lo ve con incredulidad, y esos estudiantes a menudo son menos queridos por sus compañeros.
Las personas ambiciosas, sin embargo, pueden no tener el control de sí mismas y no saben que el mero deseo de sacar buenas notas se ha convertido en otra cosa, lo que incluso puede llevar a una ruptura cuando algo no sale según lo planeado.
¿Cuándo vale la pena detenerse y repensar si la ambición no está poniendo en peligro nuestra carrera? Si nos enfocamos demasiado en ello y nos fijamos metas demasiado altas, incluso poco realistas, la ambición puede convertirse en nuestro enemiga.
En primer lugar, el camino desde la ambición hasta el perfeccionismo excesivo es relativamente corto. Como resultado, las personas con ambiciones morbosas nunca están satisfechas consigo mismas, creen que pueden hacer algo mejor, se fijan metas cada vez más exigentes y, aunque las consigan, encontrarán algo que les salió mal.
Muy a menudo, las personas ambiciosas trabajan hasta quedarse sin aliento y no quieren que nadie les ayude porque creen que solo ellos se encargarán de todo. No duermen lo suficiente, no comen lo suficiente y no pueden distraerse del trabajo.
Entonces, la salud mental y física a menudo se deteriora. Las enfermedades son más fáciles de encontrar, lo que también puede frustrar a las personas ambiciosas. También puede aparecer agotamiento, fatiga permanente e incluso depresión.
Ambición de ambición desigual
Vivimos en tiempos en los que recibimos información de todos lados sobre personas que trabajan mucho y hacen aún más cada día: trabajan, realizan pedidos, cocinan solos, entrenan fuera de horario, encuentran tiempo para un gimnasio y un curso de idiomas.
Cuando escuchamos esto, naturalmente pensamos que no estamos haciendo lo suficiente, que no lograremos nada en la vida si nos aflojamos. Sin embargo, podemos caer en un círculo vicioso que nos hará perdernos en el trabajo, deberes adicionales, y así estropear nuestra salud, que nos será difícil reparar.
Si después del trabajo nos apetece descansar y no hacer nada, no significa que no seamos ambiciosos o que tengamos menos ambición que alguien que hace más durante este tiempo. Debemos vivir a nuestro propio ritmo para que el rasgo que se supone debe ayudarnos no se convierta en un trastorno.
No tienes que vivir como todos los demás para tener éxito: vale la pena encontrar tu propio camino. No te avergüences de pedir ayuda, no tengas miedo de los fracasos en el camino: pueden enseñarte mucho y fortalecerte.